13 octubre, 2009

LA TRISTEZA Y LA FELICIDAD ¿DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA? Y UNA MIERDA



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Me desperté sobre un mar de culos. La orgía había estado bien, mucho Patchlock. Culos naranjas, rosados, bronce, blanquitos... besuqueé un poco algunos que tenía a mi alcance y me puse de pie. La vida me estaba tratando bien desde que meses atrás había solucionado el problema de aquel calamar cósmico venido de otra dimensión que amenazaba con engullir el universo. ¡Cuantos culos, Dios mío! ¡Que alegría!. Llevaba de orgía en orgía desde lo del calamar y créanme no me cansaba. Cada vez que llegaba a un planeta el plan era invariable: gran recibimiento y bacanal. Todo el universo me estaba muy agradecido y así me lo hacían ver siempre que podían. El que dijo que la felicidad y la tristeza son dos caras de una misma moneda estaba totalmente equivocado, y yo era la prueba viviente de ello. Después de una jornada de exceso mi cabeza no derivaba hacia extraños puertos ni a pensamientos sombríos, solo una felicidad constante y un agradecimiento infinito me poseían. Nunca me aburría de comer y joder, sí, así como suena: comer y joder, la carne en sus dos estados más perfectos, placer físico inmediato, hmmm que reconfortante. Sabía que toda mi existencia podía discurrir por aquellos derroteros de alegría sin complicaciones y que hasta mi muerte podría llevar una vida de una felicidad tan plena como nadie había podido llevar hasta entonces y como probablemente nadie llevaría después. Sin embargo... ....

Era broma no hay sin embargo que valga, sigo disfrutando comiendo y jodiendo y así seguiré hasta morir. Ciao.....

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No se cuantos años han pasado desde lo del calamar, tal vez cientos, el caso es que otra vez me he despertado en un planeta extraño rodeado de cuerpos cálidos. Estas gentes ya no saben por que me ofrecen tales gracias, hace generaciones que nadie sabe de mi hazaña. Deben de pensar acaso que soy un personaje poderosisimo, el rey del universo o algo por el estilo y con esta idea no se atreven a interrogarme a cerca de mis méritos. Saben solamente que ya sus antepasados recibieron mi visita y que algun día regresaría. Hay retratos mios desperdigados por todo el universo conocido. ¡Ah! la carne, ¡ah! la humeda carne, jamas me cansaré de saborear pieles saladas, perfumes detrás del cuello, el olor de un cuerpo tras el esfuerzo amatorio... quien se puede aburrir de tales placeres. Por otra parte desde que el destino me concedió esta vida opulenta no he envejecido ni un solo día. ¡Ah! el cielo en vida.......

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