13 octubre, 2009

El poeta del sexo (poteta)


Balthazar Klossowski de Rola, Balthus - Thérèse révant (1938)
Me agarré a ella como un naufrago a una tabla a la deriva. Con desesperación. Aquella teta prometía mi salvación. La estrujé, la lamí, la chupé, la mordí. En su forma se escondían los misterios de la existencia. Me quedé mirandola; a través de la piel se veían las venillas fluyendo de vida. El fruto estaba en su perfecto punto de madurez. Quería fluir dentro de ella, ser parte de ella, sentir el movimiento que las palpitaciones del corazón producían en su interior. Salir de ella en forma de gota de sudor y resbalar salada, hasta el pezón, seguir bajando acariciando su piel blanca hasta el lugar en que deja de ser...
- ¡Ay! cabrón, me haces daño. Quieres dejar de magrearme la teta. ¡Hostia! tú es que te obcecas y no hay quien te saque de tu rayada. ¿que te parecería si me pusiera yo a amasarte las pelotas durante media hora? ¿eh?
- Amorcito, no te pongas así. Yo te amo...
- Ni te amo, ni hostias. Paras con la puta teta de los cojones.
- Pero es que tu teta...
- No. No sigas.
- Pero...
-¡No! ¡no! y ¡no!
Me agarré a él como un naufrago a una tabla a la deriva. Con desesperación. Aquel culo ...

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